Brindemos por el placer de estar vivos.

Por los que dijeron "no me gusta" y terminaron juntos y enamorados. Por las personas que ya no están a nuestro lado y las que siguen con nosotros y le dan sentido a nuestras vidas. Por esas personas que nos tuvieron y no nos valoraron. Por esa persona que te llamaba 70 veces al día y hoy ni te saluda. Por esas personas que quieren joderte la vida y que lo que logran es hacerte reír. Porque un día cada quien reciba lo que se merece. Por todos esos consejos que le sirven a otros menos a nosotros mismos. Y sobre todo por esos amores que dejaron huella y no quisieron quedarse para siempre... La vida es desierto y oasis, nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Por todos los aciertos y errores del 2010. Brindemos por ti, por mí y por el placer de estar vivos.

jueves, 10 de febrero de 2011

Hay que mostrarse sin complicarse, dando margen a equivocarse

Odio despertarme con la alarma del móvil, a los graciosos de los toques a las cuatro de la mañana y la gente que no tiene sentido. Las clases de matemáticas y últimamente hasta las de educación física. Odio la gente que se cree mejor que yo, la que dice 'en fin', la que dice 'te amo' sin tener ni puta idea del amor, la que cambia de opinión cada dos segundos, la gente que vive para agobiar, la que miente y la que oculta la verdad aunque yo también lo haga. Odio la gente que después de un partido va presumiendo de haber ganado, pero que, en cambio, si su equipo pierde lo primero que hace es guardar la camiseta para que nadie la vea. Odio quedarme en casa los fines de semana, ir donde va todo el mundo, tener que hacer cosas por obligación, el frío, los semáforos, las palomas y las arañas, las canciones que tienen letras malas sólo para rellenar, las noticias y los anuncios de la radio en medio de un partido del Madrid. La gente que tiene en su habitación unos corchos medidos a la perfección con un
millón de fotos de 'amigos' a los que después de un mes ni reconocerá, y la clase de persona que juzga antes de conocer. Odio cuando me hablan al oído, aunque me encanta que lo haga él, a los que tienen mil amigos en el tuenti y conocen a cuarenta, a los que no saben apreciar las cosas que tienen y a los que prometen cosas que saben que no van a cumplir. Odio a la gente que no se valora aunque yo sea la persona que menos se valora del mundo, a la gente que le preocupa más lo que piensen los demás, la gente que se emborracha todos los sábados, la que no tiene otra cosa mejor que hacer que reírse de los demás y según qué gente, odio que me cojan las cosas sin preguntar. Odio el miedo y odio odiarlo, odio el amor y todos los sentimientos en general, por odiar, odio hasta la amistad por si algún día me falla.
Odio todo lo que se va, lo que vuelve un tiempo y se vuelve a ir, porque es devolver algo para quitarlo de nuevo. Odio que todo el mundo me pregunte si me pasa algo cuando perfectamente se ve que sí, tener que ocultar cosas para no hacer daño, que no esté aquí, que me duela el tobillo y tener una cicatriz. Odio querer cosas que lógicamente nunca voy a conseguir, odio soñar y acordarme después de los sueños. Odio que todas las canciones me recuerden a alguien, la gente que no entiende que no se puede olvidar así como así, la que lleva junta toda la vida y por cualquier tontería se separa. Odio a la gente que me recuerda todos los días lo poco que valgo y a veces, la que no se da cuenta de que para mí vale un mundo.

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